Las raíces históricas de la Festeta de Setembre se remontan a mediados del siglo XIX, una época en la que las epidemias de distintas enfermedades eran habituales. Una de ellas era el cólera morbo asiático, que asoló con cierta frecuencia nuestro país. Conocido como “el viajero de la India”, se trataba de una enfermedad epidémica que comenzaba a desarrollarse a principios del verano y que con el calor de agosto alcanzaba su máxima virulencia, para luego remitir con la llegada de los primeros fríos en otoño. Causada por el bacilo vibrio cholerae, se trataba de una enfermedad diarreica aguda que provocaba un cuadro de deshidratación gravísimo , con escalofríos, problemas estomacales, calambres, color azulado de la piel y un sinfín de alteraciones corporales que podían desembocar en la muerte del enfermo en cuestión de horas.
Ya en 1833-1834 se había visto azotada España por una epidemia de cólera que generó cerca de cien mil muertos, y de la que Biar salió indemne gracias a la intervención protectora de la Virgen de Gracia, hecho que está en el origen de la Festeta del Còlera que celebramos el 13 de junio. Pero en 1854, de nuevo nuestro país se ve atacado por esta epidemia, que era mucho más que una enfermedad que provocaba problemas médicos, pues era un acontecimiento colectivo, una crisis sanitaria, pero también social. Esto era así por cuanto el miedo al contagio generaba la marcha de la gente fuera de las ciudades, así como hacia el norte de España, que se consideraba más saludable; también repercutía sobre las actividades comerciales, suspendiéndose ferias y mercados generales, al tiempo que disminuían las ventas de frutas y legumbres, consideradas por el pueblo como alimentos indigestos que podían agravar la enfermedad.
Realmente, la epidemia se había iniciado en 1853 en Galicia, surgiendo un segundo brote en Barcelona. La situación de contagio se intensificó a raíz de la concentración de tropas en Andalucía en septiembre de 1854 con motivo del pronunciamiento militar del general O’Donnell que daba paso al Bienio Progresista. Las proporciones de esta epidemia superaron con creces los datos de la anterior, pues hubo casi 830.000 afectados, de los que murieron más de 236.000, lo que representaba el 15 por ciento de la población total que España tenía en aquel momento. En la ciudad de Alicante, por ejemplo, murieron casi 1.700 personas. Sin lugar a dudas, de las cuatro epidemias de cólera que ha habido en nuestro país, esta fue con mucho la más virulenta.
Así las cosas, las preocupantes noticias que llegaban a Biar llevan a tomar una serie de decisiones que están recogidas en el acta de 31 de diciembre de 1854 del Libro de Cabildos de la Villa de Biar (legajo 274/4 del Archivo Histórico Municipal). Allí se expone cómo se decidió bajar la imagen de la Mare de Déu de Gràcia a la parroquia, cosa que tuvo lugar el día 3 de septiembre de aquel año, para no volverla a subir al santuario hasta el 30 de diciembre. Gracias a ello, señala el acta que no se produjo ninguna muerte por el cólera ni en el casco urbano ni en los caseríos del término municipal, aunque diversas poblaciones vecinas se habían visto afectadas por la epidemia. Tampoco había noticia de que los biarenses que se encontraban fuera del pueblo hubiesen sufrido la enfermedad, a pesar de estar “en medio del peligro y rodeados de infelices mil heridos por el mortífero golpe de tan asoladora plaga”.
Será por ello que nuestros antepasados consideraron que tan “portentoso hecho” era “digno de legarse a la posteridad con caracteres que, al través de los tiempos, revelen su religiosa gratitud, cual en casos semejantes lo hicieron nuestros mayores”. Consecuentemente, se estableció un “voto solemne y perpetuo”, a celebrar los días 3 y 4 de septiembre, con bajada de la imagen de la Patrona al templo parroquial, exposición del Santísimo, Misa solemne, procesión por la villa y cantos varios, así como un Novenario, a fin de que la Virgen de Gracia “continúe dispensando siempre los efectos mismos que constantemente ha prodigado a esta villa en cuantos peligros y tribulaciones ha recurrido confiada a su poderosa protección”.